martes, 10 de diciembre de 2013

Quédate

Nunca olvidaré esas cuatro palabras…

Las ocho de la mañana. Recién despierto, me preparo el desayuno junto con mis padres y mi hermano pequeño. Lo de siempre, dos tostadas con mermelada, una magdalena y un vaso de zumo.

Mi padre me pregunta qué tal me va el primer año de carrera, si me está costando, si es un cambio difícil, las típicas preguntas que todo padre hace porque está preocupado. Pero no estoy para charlas, nunca lo estoy recién levantado, por lo que le respondo con malas formas y con desgana. Se molesta, es normal, yo también lo haría, y es que a veces cuesta más brindarle una sonrisa a una persona a la que quieres con todo tu corazón que a un desconocido. Empezamos a discutir, la conversación se desvía y nos echamos en cara cosas que no tienen que ver con nada, así que decido irme y tras de mí un portazo. La diferencia entre una sonrisa y una mala cara, entre un abrazo y un mal gesto, la diferencia entre él y yo.

Unas horas más tarde me localiza mi madre por móvil y llorando me dice que después de todo lo que ha pasado mi padre ha sufrido un ataque al corazón. No pudo soportarlo, su propio hijo sacando lo peor de él, ¿quién podría? Todo por esa palabra que nos ciega y nos mancha, una palabra que significa más para nosotros que nosotros mismos, orgullo.

Me voy al hospital temblando de miedo y con la mente en blanco, sin saber qué decir, tan solo quiero llegar cuanto antes y ver a mi padre de pie, caminando de vuelta a casa riendo y bromeando como si nada hubiera ocurrido, pero no es así. Cuando llego a la habitación me lo encuentro postrado sobre una cama, con los ojos cerrados, la piel clara y su mano derecha apoyada sobre el lado izquierdo de su pecho, dónde su corazón. Me acerco para hablar con él, pero está dormido, por lo que decido quedarme para acompañarle.

Mi madre va y viene con mi hermano durante toda la tarde. Después de algunas horas se despierta un poco cansado, parece aturdido. La verdad que no sé qué hacer en estos momentos, sin tiempo para reaccionar, con un leve giro de cabeza, me mira. Esta vez le gano la batalla al orgullo, me pongo justo a su lado y le pido disculpas por todo, le digo que he sido un mal hijo, que no debería haber hecho lo que hice y en el momento me calla, me coge la mano y me dice esas cuatro palabras que nunca olvidaré… Quédate a mi lado.



viernes, 25 de octubre de 2013

La quería tanto

La quería tanto que podía decirse que la amaba. Le encantaba su forma de ser y de reírse, su manera de mirar y de pensar, no era un misterio que podía quedarse a escucharla durante horas. El misterio era por qué la dejaba marchar. Podría decirse que no podía vivir sin ella, pero, nadie sabe cómo, no quiso volver a saber nada. Olvidó su forma de hablar, su forma de pensar, de mirar y de reírse, olvidó hasta que la amaba. No quiso saber nada, así que la encerró dentro, muy dentro de su ser y no volvió a verla jamás.



lunes, 21 de octubre de 2013

Mesa para dos

Hoy está muy guapo con ese traje, parece todo un galán. Seguro que habrá acaparado más de una mirada al entrar y es normal, si es que más elegante no se puede ser. Hombres así no se ven todos los días, con esa forma de caminar, de hablar, de mirar… hablando de mirar, vaya mirada me acaba de echar. Que no se note que te mueres por sus huesos, pero tampoco que parezca una estrecha. Qué difícil es esto. Tiene la pajarita un poco torcida, a ver que se la pongo bien.

Espero que no se me note mucho, pero aún sigo impresionado por lo reluciente que está esta noche. Y eso que ya han pasado unos 30 minutos desde que salimos. Ese vestido le queda precioso, es toda una mujer, de los pies a la cabeza. Necesito relajarme un poco y sacarme el palo que tengo metido por el… a ver, respira. Por el amor de Dios, tiene la espalda escotada, ¿cómo voy a relajarme? Venga, adelante, respira. No, por favor no… y encima tengo la pajarita como un colegial.

Desde que hemos entrado en este sitio no ha abierto la boca, me estoy muriendo de los nervios, ¿qué estará pensando? No sé si decir algo, o no, o simplemente sonreír. Además me ha mirado disimuladamente por detrás y no sé si habrá intentado disimular, pero le ha gustado, o no, no sé, es que viene tan apuesto y todo es tan bonito que no quiero estropearlo. Ha sido todo un detalle reservar una mesa aquí tan apartada del resto y, además, mira qué preciosidad de mesa, unas cuantas velas y ¿estos son...? Sí, sin duda alguna. Mmm… qué bien huelen.

Creo que el restaurante le ha gustado. Está un poco callada y parece un poco nerviosa. Dios… vaya sonrisa, como siga así no voy a poder decir nada y lo que es aún peor, voy a parecer idiota. Está claro, le ha gustado. La noche se está portando, la luna está llena, el cielo está plagado de estrellas y mi toque personal de lirios y velas no puede fallar. Por ahora va todo bastante bien. Pero deja de sonreírme así… Vaya por Dios.

Ahí viene el camarero con la botella de vino. Me siento como en una película, mi propia película, es todo tan mágico. La verdad es que no sé bien qué hacer, nunca había estado en un lugar tan sofisticado. ¿Se pide ahora la cena, o el menú ya está elegido? Soy como una niña pequeña, qué vergüenza. Mejor le dejo a él que se encargue de todo. Presiento que esta noche va a ser inolvidable.

Ya está aquí el vino, seguro que le gusta. Está un poco expectante, no creo que sepa nada, pero tampoco creo que no se haya olido algo. No sé si ahora o más bien después. Mejor lo pienso sobre la marcha. Siempre se me ha dado bien improvisar, según ella es uno de los motivos por los que se enamoró de mí. Estoy orgulloso de poder decir que es mi chica. Se merece todo esto y más. Vaya, pues sí que está bueno el vino.

Mmmm, está exquisito. El vino claro… bueno, también él. Aquí seguimos, como dos adolescentes recién conocidos. Parece nuestra primera cita, los dos alterados y… no puedo creerlo, esa es nuestra canción, creía que ya no se acordaba. Y mis amigas me preguntan cómo sigo enamorada de este hombre. La pregunta es cómo no voy a estarlo si es perfecto, incluso después de tantos años. Así es imposible no suspirar. Ya va siendo hora de dejar de disimular, se lo ha ganado.

Se creía que no me acordaría y ahí está, “Do you feel me” de Anthony Hamilton, sonaba cuando nos vimos por primera vez y lo sabe. Ella llevaba un pantalón corto de verano blanco con un estampado de flores y una fina blusa a juego. No falta decir que iba guapísima. Yo estaba sentado a dos mesas de ella, justo en frente, con un café y ordenando unos apuntes para la facultad. Ella estaba leyendo muy concentrada un libro bastante interesante ¿Cómo se llamaba? Parecía misterioso… ¿“El lienzo de los malditos”? Sí, creo que era así. Levantó la mirada un momento y el tiempo se paró durante aquellos segundos. Yo estaba con esa cara de tonto que me caracteriza cuando la miro. Se sonrojó, era una auténtica flor en primavera. Recuerdo que se le escapó una media sonrisa  y volvió a su lectura. Es como si fuera ayer y fíjate, aquí estamos, después de tantos años.

Cuando creía que no podía gustarme más va, me guiña el ojo y me acaricia la mano. No puedo con este hombre, seguro que estoy roja como un tomate. Pero lánzate ya, que ya sé que tienes algo para mí, déjate de rodeos… venga, venga, venga.

Se está muriendo de la curiosidad, no para de decírmelo con la mirada. Ya va siendo hora de dejar de disimular, se lo ha ganado.

Venga ya hombre, haz algo, di algo, que no aguanto más esta emoción.

¿Espero un poco más?... no, este es el momento, allá voy. Prepárate, porque yo nací preparado. ¿Lo tengo en el bolsillo derecho o izquierdo?

¿A qué demonios estará esperando?

Aquí está… Ya no hay vuelta atrás, ahora o nunca – Cariño, feliz 50 aniversario –.



domingo, 20 de octubre de 2013

A altas horas de la madrugada

A altas horas de la madrugada
Me siento fuera de mi ser
Empecé creyendo en las hadas
Y acabé dándome de bruces

Camino y nada me importa
Lo que quiero ya ni lo sé
Vago moribundo al alba que corta
Colores y formas entre luces

Parece una broma pesada
Tan solo deseo volver
Perdido en un cruce se acaba
Lo que tanto tiempo deseé

Locura entre sombras insaciables
Pasión entre ruidos y voces
Mientras tacones bailan incansables
Siguiendo el ritmo de la noche

Empecé creyendo en las hadas
Y acabé dándome de bruces
Creyendo en algo que no amaba
Colores y formas entre luces

A altas horas de la madrugada
Siento que no habrá amanecer
Ni luces, ni colores, no habrá nada
Todo aquello se fue con él



viernes, 30 de agosto de 2013

Puedo enamorarme

Puedo ser seducido por una sonrisa al instante, una sonrisa desnuda que se deja ver como es. Puedo verme sorprendido por  la ternura de una mirada, una mirada abierta sin miedo a quebrarse. Puedo embelesarme del sonido de una voz suave y tímida que se deja mecer. Puedo caer rendido por el tacto sedoso de una caricia discreta y firme. Puedo ser cautivo aún siendo libre de irme. Puedo ser ferozmente vencido por la criatura más dulce. Puedo seguir adelante y pasar de largo, pero nunca olvidarlo. Puedo sentirlo y abrirme como una rosa en primavera y enamorarme, sí, puedo enamorarme.



jueves, 29 de agosto de 2013

Sonríe, por favor

No es que no me preocupe por la vida, de sus baches, piedras y obstáculos. No abandono la sonrisa a pesar del látigo que con dureza me castiga. Es curioso, me preguntan si me he vuelto loco, porque cuando algo malo me sucede no agacho la cabeza y digo que se puede, se puede aprender aunque sea solo un poco. Hay quien afirma vivir experiencias malas, yo personalmente prefiero llamarlas didácticas. Un paso mal dado te hace daño, pero con práctica asimilas que las cosas buenas no se regalan. Es por eso que sonrío a pesar de parecer un chiflado, porque quien no arriesga no gana, está perdido, quien no siente no ama, vive sin motivo y quien errores no ha cometido es porque no ha vivido. Creo que la idea ha quedado clara.


Aunque, quizás tengan razón y la cabeza se me haya ido. Me dicen: “Es imposible estar continuamente sonriendo. ” A lo que respondo: “Sonreír no implica no sentir tristeza amigo. La verdad es que ante las adversidades hay que ser valiente, ante los problemas ser inteligente, ante las críticas ser más que paciente y, repito pudiendo resultar pesado, sonreír siempre”. Si es que no cuesta nada, incluso menos que un regalo, sin embargo su valor es infinitamente más preciado, comprobadlo. Me sorprende ver que recibo más de lo que doy cuando lo hago. Créanme cuando digo que no hacerlo puede costar muy caro.


Pienso volverme una y otra vez cada vez que escuche algo parecido. Quiero que entiendan que aquí lo fácil del asunto es hacer complicado lo sencillo, punto. Entendemos que hay que sufrir conforme nos hacemos adultos, que tenemos que preocuparnos de forma desmesurada por todo, incluso dejarnos a nosotros mismos a un lado para echar más cuenta a cosas que no deberían de importarnos. Es absurdo. Entiendo que el camino es cansado, a veces la suerte no está de nuestro lado, pero he comprendido que no hay ninguna otra manera de ser fuerte que saber sonreír al pasado.



Bajo la noche

Escribiendo verso y poesía
Bajo una luna que no brilla
Nace de mis manos la melodía
De mi alma posada en la orilla

Quién pudiera tocar las estrellas
Una y otra vez me decía
Quién pudiera ser una de ellas
Quién pudiera, me decía

Una noche tranquila y oscura
Sobre una manta de arena fría
Me invade la extraña sensación
Que el agua no corre como solía

Quizás sea una incesante locura
La que me lleva a la deriva
Quizás se quebró mi armadura
A causa de mi alma fugitiva

Aprieto fuerte mi puño
Mi corazón dentro murmura
Y susurra mientras lo empuño
Haz mis latidos literatura

Quiero sangre y colores
Quiero amantes y aventuras
Quiero pasión en los amores
Quiero escuchar la hermosura

Del rocío de la mañana
Del fuerte viento en la llanura
Del calor bajo las sábanas
De la noche y su dulzura

Quiero acabar donde empecé
En esta eterna noche desnuda
Habiendo saboreado la miel
Del sol que nace en la laguna



miércoles, 28 de agosto de 2013

Quiero

Quiero volver a aquellos tiempos en los que el viento soplaba a favor y el sol nunca se ponía. Quiero poder levantarme otra vez y escuchar tu voz en aquellos despertares de mediodía. Quiero volver a soñar y no tener pesadillas, porque cerrar los ojos significa no dejar salir la nostalgia,  y la melancolía, maldita melancolía, se adueña de todo. Amada mía, quiero volver a perder la razón en algún lugar y no ser yo quién se halla perdido. Quiero volver atrás, volver a aquel rincón sin nada más que dos personas con ganas de ser y no ser, ser uno y no siendo volviendo a ser lo que fuimos. Porque fuimos, claro que fuimos, pero ya es parte del pasado. Quiero que vuelvas a quererme y si no es así, que el tiempo corra deprisa. Quiero no volver a querer volver y quererte por segunda vez. Quiero volar lejos de aquí, lejos, dónde el sol se pone.



Déjame

Déjame beber de tu agua
Déjame calmar mi sed
Déjame nacer en tus enaguas
Déjame colmar tu embriaguez

Déjame caricias y arañazos
Déjame marcada la piel
Déjame entero hecho pedazos
Déjame más de lo que puedes

Solo déjame un instante
Que la rabia crezca sin cuartel
Solo déjame observante
Que el deseo suba por mis pies

Deja que el tiempo fluya
Deja a un lado la altivez
Deja que el tiempo huya
Déjame, que quiero correr

Déjame ser quien te quiera
Déjame volar en tu estrechez
Dejemos a un lado las maneras
Déjame volar otra vez

Déjame tu miel entre mis labios
No me dejes. Ahora bésame
Déjame sentir tu aroma cálido
Déjame, tan solo déjame