lunes, 18 de marzo de 2019

Un día más, un día menos.


Se escuchan los vecinos al otro lado de la pared. Golpes en la puerta del baño. Gritos la atraviesan llenos de rabia. Intento buscarle sentido, pero no lo encuentro. La ropa está desordenada sobre la cama, hay zapatos tirados en el suelo, la lamparita de mesa está encendida iluminando un puñado de papeles apilados junto al ordenador. Son las nueve, es de noche. Al fondo se escucha el televisor del salón encendido. Las ventanas están cerradas, pero aun así se escuchan coches fuera. Pongo música de fondo, no puedo elegir y hago uso de la memoria a corto plazo, Freedom de Allen Stone, Resolution de Matt Corby, Spirit Bird de Xavier Rudd. El móvil vibra, alguien me habla, nunca para. Parece que nunca va a dejar de sonar nada. La semana ha sido larga, o eso creo.

Camino descalzo hacia la playa junto a la carretera. Los zapatos cuelgan vagamente de los dedos de mi mano. Coches pasan constantemente. Estamos a marzo. El sol es muy intenso y empieza a caer. El mar se ve más allá de las salinas descubiertas. La marea está baja. Envases de plástico y papeles adornan el suelo verde que acompaña en el sendero. Respiro. Tengo los pies cansados. Hay más gente en el camino. Todos van de fluorescente y ropa deportiva. La mayoría tiene aparente sobrepeso. Algunos van solos, otros en pareja. La sombra de los árboles sienta reconfortante. Tengo sed.

Son las doce. Estoy acostado en la cama. Aunque no comparto habitación estoy en la cama de arriba de una litera. La ventana está abierta. No tengo sueño. Se respira más tranquilidad. Aún se escuchan coches pasar de vez en cuando. Pienso en cuántas cosas tengo que hacer el día siguiente. Necesito un abrazo. La echo de menos.

Miércoles. Son las nueve. Camino de vuelta a casa. Apenas hay gente en la calle. Me paro frente a un bar donde hay mucho ruido. El bar está abarrotado. Echan fútbol en el televisor. Vibra el teléfono en el bolsillo, me hablan. Miro quién es y contesto. Pasa por mi lado una madre con su hijo en el carrito. El niño sujeta callado un teléfono.

Es sábado. Me espera todo el día fuera y ya estoy cansado. Salgo del portal, bajo las escaleras. Basura por todas partes. La gente camina mirando el móvil. Saco mi teléfono. Miro mis redes sociales, todos están felices. Apago el teléfono y lo guardo en el bolsillo. Sigo caminando.

Es de noche. Intento escribir algo. Me siento pesado. Vibra el móvil.

Se escucha el televisor de fondo. Necesito un abrazo.