domingo, 12 de abril de 2015

Balada al despertar

Ver su delicado rostro fue una bendición,
esperanza para esta alma perdida en la bruma,
una señal luminosa como ninguna,
una luz que me indica la dirección.

Sentir su cálida respiración
fue una llama bajo aquella noche helada,
una estrella en mitad de la nada,
la más hermosa y colorida flor.

Oír nuestra respiración,
convirtiéndose solo en una,
ligera como una pluma,
melódica, bella canción.

Sentir su piel sobre la mía,
llenando la cama vacía
de algo que no conocía
y calmando mi corazón.

Maravillosa y eterna melodía,
que se esfuma pero nunca marchita,
no existe cosa más bonita
en aquella pequeña habitación.

Fue como una balada lenta,
una mirada clara como el agua pura,
caricias que dejaban a su paso ternura,
la más hermosa declaración.