jueves, 5 de noviembre de 2015

Carta a la esperanza

Si alguna vez mi alma pereciera
Y no pudiera si quiera alzar la voz
Si los fuertes vientos tumbaran mi vela
Y permaneciera a la espera de algo peor

Si me venciera el peso de las cadenas
Y me hundiera en el más profundo dolor
Si de repente el frío congelara mis venas
Y parara en seco mi corazón

Recuérdame que merece la pena
Y que nada es para siempre
Que hay luz donde pongas una vela
Y esperanza en el presente

Despierta aquello que mi alma anhela
Agarra mi mano y no me sueltes
Hazme correr hacia fuera
Y recuérdame lo que es sentirse libre

Agárrame por si caigo abatido
Y me desplomo en el suelo, inerte
No me levantes, sujeta mi mano
Ayúdame a seguir siendo fuerte

domingo, 18 de octubre de 2015

Hagamos caer el sol

Hagamos desaparecer el sol
Que reine de nuevo la luna
Perdamos totalmente el control
Probemos de nuevo fortuna

Desaparezcamos aunque sea un error
Caigamos en la profunda locura
Esta noche seré tu pintor
Y tú la musa de mi literatura

Hagamos caer el sol
Por la suave línea de tu cintura
Que caiga con él el sudor
Que suba súbitamente la temperatura

Seamos la tierra y el temblor
La apuesta menos segura
Seamos de la llama el calor
Una casualidad y mil travesuras

Tapemos por un instante el sol
Aunque sea por solo un suspiro
Que quiero ser embajador
De este reino para mí prohibido

Hagamos eternamente el amor
Hagámoslo con y sin motivos
Hagámoslo aunque sea solo por amor
Hagámoslo mientras estemos vivos

domingo, 12 de abril de 2015

Balada al despertar

Ver su delicado rostro fue una bendición,
esperanza para esta alma perdida en la bruma,
una señal luminosa como ninguna,
una luz que me indica la dirección.

Sentir su cálida respiración
fue una llama bajo aquella noche helada,
una estrella en mitad de la nada,
la más hermosa y colorida flor.

Oír nuestra respiración,
convirtiéndose solo en una,
ligera como una pluma,
melódica, bella canción.

Sentir su piel sobre la mía,
llenando la cama vacía
de algo que no conocía
y calmando mi corazón.

Maravillosa y eterna melodía,
que se esfuma pero nunca marchita,
no existe cosa más bonita
en aquella pequeña habitación.

Fue como una balada lenta,
una mirada clara como el agua pura,
caricias que dejaban a su paso ternura,
la más hermosa declaración.