lunes, 17 de junio de 2019

La luz del camino

“Mientras exista vida, habrá luz en las tinieblas. Mientras exista un hombre capaz de empuñar una espada, habrá esperanza. Mientras quede aire en nuestros pulmones y sangre en nuestras venas, lucharemos. Por nuestra tierra, por nuestros hijos, por la vida.”
– No te demores Zeon o se nos hará de noche. – Cabalgaba medido el príncipe Thorian a lomos de Valiente, su fiel compañero, un caballo de pura raza blanco como la nieve y hocico negro como el carbón. Firme y elegante, joven y poderoso. Eran el uno para el otro.
– ¡Voy hermano! – a pocos metros a su retaguardia le seguía el pequeño príncipe Zeon. Mientras su hermano lucía su largo cabello blanco recogido en una coleta, su melena rubia hondeaba con la cálida brisa de verano y desprendía hipnóticos reflejos dorados cuando el sol incidía sobre ella. – Había visto unas flores que quizás gusten a hermana y me he parado un momento a cogerlas.
– Sí, claro… Seguro que son para hermana… – lanzó una mirada guasona y acusadora que sonrojó al instante a su hermano.
– ¡Sí lo son! – contestó exaltado mientras Thorian seguía sonriendo discretamente. – Oye hermano… ¿Por qué hermana no viene nunca con nosotros? – preguntó el pequeño Zeon con la inocencia de un niño.
Paseaban tranquilamente por los bosques que rodeaban Ciudad de Luz, su hogar. El día era plácido, soleado y con nubes blancas moteando el lienzo azul celeste que lucía sobre sus cabezas.
– Porque no puede. – respondió solemnemente el príncipe Thorian.
– ¿Por qué? – insistió extrañado y un poco molesto Zeon.
– Porque es una mujer y las mujeres de la corona no pueden salir más allá de las murallas sin un motivo de peso hermanito.
– Pero… – seguía el pequeño sumido en su duda – Ella es mayor que tú.
– Y no por eso deja de ser mujer.
No contento con las respuestas de su hermano mayor, Zeon insistió – Además sabe usar la espada y el arco, sabe montar y conoce nuestras tierras. No lo entiendo.
– Nuestra querida hermana sabe de nuestras tierras lo mismo que los libros que versan sobre ellas, hay una diferencia sustancial entre leer y conocer. ¿O acaso crees que sabrías montar a caballo tan solo leyendo en infinitos libros cómo hacerlo? Al final de todo es una mujer y así está escrito.
– Es injusto. – respondió hacia sí mismo en tono molesto casi balbuceando.
– No se trata de justicia hermanito, se trata de cumplir la ley. Bueno, ¿me vas a decir para quién son esas…
Una flecha arrebató de golpe el aliento del príncipe Thorian con tanta fuerza que lo hundió en el más frío silencio. Su cuerpo cayó desplomado al suelo al instante ante los ojos incrédulos y agitados de su hermano. El corazón del pequeño se aceleró hasta tal punto que su cuerpo quedó petrificado, mientras su mente corría violentamente más allá de los árboles pidiendo auxilio. No podía si quiera coger aire. Entonces Thorian alzó la vista a los ojos de su hermano como pudo. El dolor se hacía presente por cada vena que recorría su cuello, en la saliva que se desprendía de su boca y en el color rojizo de su piel.
– ¡¡Corre…!! – exhaló entre ruidos de dolor ahogado.