viernes, 4 de octubre de 2019

Una rosa de papel y una vela de cumpleaños

Miro el reloj colgado en la pared de la habitación. No quiero quedarme dormido con las ganas de darte mil besos. Pienso en aquel día en el aeropuerto, en aquella tarde, en volverme atrás y darte otro abrazo ahora que estoy lejos porque uno me sabe a poco y un millón de abrazos me saben a uno y así vuelta a empezar en una red infinita de momentos juntos con los pelos de dos locos que llevan toda la noche sin dormir y la ropa arrugada. Pienso que digo que pienso cuando en realidad es siento. ¡Malditos sentimientos! Se abren paso a través de pequeños fragmentos que se proyectan en el techo mientras hago como el que quiere dormir, pero son demasiado bonitos los recuerdos que tiñen de versos la habitación y yo así, con tanta luz, nunca he podido conciliar el sueño. Además, me niego a dormirme antes de que termine la película y haberla rebobinado dos o tres veces como poco. Pienso demasiado. Perdón, quiero decir, siento demasiado. Tengo ganas de coger otro avión y no me gusta volar. Cómo te pone la vida en tu sitio en un momento, la verdad que no me lo explico. Tengo ganas de perder el control y hacer el loco por las calles, gritar mientras paseamos junto a la playa que vida solo hay una. Que piense la gente lo que quiera, que no me asusta perder las maneras por alguien que merece la pena. Por otra parte, pensándolo bien, no podría ser de otra forma más sincero. Soy un loco que parece que lo está y, efectivamente, lo demuestra con brillante torpeza. Blanco y en botella. Aunque lo que he conseguido no parece gran cosa todavía, una rosa de papel, unas cuantas agujetas de tanto reír y una vela de cumpleaños que llevo conmigo por si paso frío, para mí es mi pequeño tesoro y pienso esconderlo bien en una isla desierta, esa que suelen preguntar ¿si te fueras a una isla desierta con quién te irías? Pues esa. Al fin y al cabo, ¿cuántas cosas parecían no ser más que granitos de arena y acabaron siendo altas dunas?, como las que pienso tener en mi isla por supuesto. Qué intenso todo. Al menos después de tanto no dormir me quedan tres cosas claras. Una, que somos jóvenes. Dos, que me quitas horas de sueño y me das años de vida. Y tres, que por eso te quiero.