Miro el reloj colgado en la pared
de la habitación. No quiero quedarme dormido con las ganas de darte mil besos.
Pienso en aquel día en el aeropuerto, en aquella tarde, en volverme atrás y
darte otro abrazo ahora que estoy lejos porque uno me sabe a poco y un millón
de abrazos me saben a uno y así vuelta a empezar en una red infinita de
momentos juntos con los pelos de dos locos que llevan toda la noche sin dormir
y la ropa arrugada. Pienso que digo que pienso cuando en realidad es siento. ¡Malditos
sentimientos! Se abren paso a través de pequeños fragmentos que se proyectan en
el techo mientras hago como el que quiere dormir, pero son demasiado bonitos
los recuerdos que tiñen de versos la habitación y yo así, con tanta luz, nunca he
podido conciliar el sueño. Además, me niego a dormirme antes de que termine la
película y haberla rebobinado dos o tres veces como poco. Pienso demasiado.
Perdón, quiero decir, siento demasiado. Tengo ganas de coger otro avión y no me
gusta volar. Cómo te pone la vida en tu sitio en un momento, la verdad que no
me lo explico. Tengo ganas de perder el control y hacer el loco por las calles,
gritar mientras paseamos junto a la playa que vida solo hay una. Que piense la
gente lo que quiera, que no me asusta perder las maneras por alguien que merece
la pena. Por otra parte, pensándolo bien, no podría ser de otra forma más
sincero. Soy un loco que parece que lo está y, efectivamente, lo demuestra con
brillante torpeza. Blanco y en botella. Aunque lo que he conseguido no parece gran
cosa todavía, una rosa de papel, unas cuantas agujetas de tanto reír y una vela
de cumpleaños que llevo conmigo por si paso frío, para mí es mi pequeño tesoro
y pienso esconderlo bien en una isla desierta, esa que suelen preguntar ¿si te
fueras a una isla desierta con quién te irías? Pues esa. Al fin y al cabo, ¿cuántas
cosas parecían no ser más que granitos de arena y acabaron siendo altas dunas?,
como las que pienso tener en mi isla por supuesto. Qué intenso todo. Al menos después
de tanto no dormir me quedan tres cosas claras. Una, que somos jóvenes. Dos,
que me quitas horas de sueño y me das años de vida. Y tres, que por eso te
quiero.