Miedo a las alturas, a la velocidad, al amor en su más profunda locura,
a todo lo que viene detrás. A saber que echar de menos significa quedarse con
ganas de más, más de lo que espero cuando espero sentado al verlo pasar. A
dejar mi alma desnuda justo cuando llega el invierno. Quizás no todas las
noches, pero, a veces, siento pavor por quedarme dormido, porque sé que puedes
aparecer sin previo aviso y mi corazón no entiende de relojes, solo recuerda que
te quiso, solo quiere invitarte a pasar para que vuelvas a sacarle los colores
más bonitos, para encender una pequeña hoguera con tus besos sobre una cama
nevada de recuerdos y risas. Y volverás para remendarme aquella sonrisa
descosida. Tengo miedo, lo repito, pero la verdad se convertirá en mentira con
la caída de las hojas. Dejaré de ser la persona en que me he convertido. Sé que
cuanto escribo no es ni más ni menos, es nada y es por eso que tengo miedo a
vivir y a morir en silencio, porque la soledad se hace muy triste en el infinito.